Si pasaste alguna noche de verano por la Plaza de Pavía entre 1998 y 2002 es probable que vieras a un adolescente lanzando a canasta. Quizá miraste de refilón al pasar junto a la pista de baloncesto; el chico era bastante alto y acababa de encestar su último tiro. Y quizá, como era tarde, aun hacía calor y no tenías prisa, te paraste a mirar.

La escena transcurría así: El chico tira a canasta y un adulto, bajo el aro, recoge la pelota y se la vuelve a pasar. El chico repite el lanzamiento y el adulto repite el pase. Y así una vez tras otra.

El chaval no paraba de encestar pero, tras 6 o 7 lanzamientos, recordaste que tenías que ir a alguna parte y seguiste tu camino. Tal vez pasaste otro día y volviste a verlos. O tal vez no. Pero ellos siguieron yendo. Eran Carlos Suárez, actual jugador del Unicaja de Málaga, y su padre, Carmelo.

Hoy las canastas de Pavía son solo un elemento decorativo -la pista fue cubierta de tierra- y aquel chico es, con 30 años, el jugador de Aranjuez con más partidos en la primera división de cualquier deporte. Lleva 443, sin contar los encuentros de competición europea, y sigue sumando. Está en el Top-10 de jugadores con más encuentros en la historia de su club (Unicaja), y todo indica que cuando termine su carrera -esperemos que dentro de muchos años- gozará de una posición privilegiada entre los jugadores con más partidos en la historia del baloncesto español. Por el camino ha sido internacional y ha ganado Liga, Copa, Supercopa y Eurocup.

Hablamos con Carlos Suárez, que siempre que puede vuelve a Aranjuez para estar con su familia, junto a esa cancha de Pavía en la que probablemente pocos hayan lanzado tanto a canasta como él.

Pregunta: ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en Aranjuez? ¿Dónde estudiaste?

Respuesta: Mis primeros recuerdos son de cuando iba a la guardería Jardines de Aranjuez, frente al Agustín Marañón. En Primaria fui al Colegio San Pascual y luego al Instituto Domenico Scarlatti. Estudié allí hasta que me fui a Madrid becado por Estudiantes.

P: Seguías viviendo en Aranjuez al comienzo de tu carrera. ¿Cómo fue aquella época?

R: Llegue a Estudiantes tras hacer unas pruebas en 1998. Iba en tren con mis padres y además lo compaginaba con los estudios. Aprovechaba el viaje para estudiar. Era una hora y media ir y otro tanto para volver. Emplear este tiempo me ayudó a sacar los estudios.

Salía de clase a las dos y veinte y tenía que ir rápido a casa a comer para coger el tren de las cuatro. A la vuelta llegaba a las once de la noche. Fueron años duros pero el sacrificio tuvo su recompensa.

P: Estamos junto a la cancha de baloncesto de Pavía. Durante tu adolescencia era habitual verte aquí practicando el tiro junto a tu padre. ¿Qué recuerdos tienes de aquellos momentos?

R: Cuando la gente pasaba y me veía imagino que pensarían que era un poco friki: ‘todo el día tirando aquí con su padre’. Pero bueno, al final ese trabajo tuvo su recompensa.

A mi padre siempre le ha gustado el baloncesto. Es entrenador y me ayudó mucho a mejorar. Veníamos aquí a tirar, sobre todo en verano, porque no tenía que estudiar ni entrenar.

La cancha me gustaba porque es un poco estilo guetto americano, con las redes de cadenas. Fueron años muy bonitos y recordándolos solo me queda agradecer mucho a mis padres su dedicación porque me ayudaron muchísimo a lograr lo que he conseguido.

P: ¿Cómo fue la etapa de tu carrera deportiva anterior a llegar a ser jugador profesional?

R: Fue muy sacrificado. Profesional no te haces por ciencia infusa. Son tiempos duros, sobre todo si, como era mi caso, tienes que trasladarte 50 kilómetros cinco días a la semana.

Hace que tu vida sea diferente a la de un chaval de tu edad. No tenía las amistades que a lo mejor tenían otros chicos. Un viernes en vez de poder salir por ahí yo tenían que estar durmiendo en mi casa porque a lo mejor al día siguiente jugaba.

Aposté por ello y aunque perdí esos momentos también he tenido otros. La verdad es que no me arrepiento.

P: Tras todo este proceso conseguiste tu sueño de debutar en la ACB con Estudiantes. ¿Quién te dijo que ibas a jugar y cómo viviste ese momento en el que ves tu sueño se materializa?

R: Cuando empiezas ya a entrenar con el primer equipo y te ves en el vestuario con gente que tienes mitificada. Ahí hay un tránsito en el que dejas de mitificarlos hasta que te sientes que eres parte de ese núcleo de jugadores.

Que iba a tener la oportunidad de debutar me lo dijo Pepu (Hernández), entonces entrenador del primer equipo. Me reunió en una sala y me dijo que iba a ser titular.

Los primeros minutos estuve muy nervioso. Luego, como estaba entrenando bien, todo fue mucho más fluido.

Suárez debutó en la ACB (hoy Liga Endesa) en 2004 de la mano de Pepu Hernández, que apostó por él cuando apenas contaba 18 años. Venía de consagrarse como una de las mayores promesas del baloncesto español tras ganar el Europeo Junior y formar parte del quinteto ideal del campeonato, junto a su entonces compañero Sergio Rodríguez.

Jugador revelación de la Liga ACB en la temporada 2005/06, el alero de Aranjuez fue un referente en el Estudiantes hasta su fichaje en el verano de 2010 por el Real Madrid. En el equipo blanco llegaron los títulos: Copa del Rey en la 2011/12 y Supercopa y Liga Endesa en la 2012/13.

Desde 2013 juega en Unicaja de Málaga donde es, además de un referente en la cancha, el capitán y uno de los ídolos de la hinchada verde.

P: Tu primer club fuera de Madrid es el actual, el Unicaja de Málaga. Tras haber pasado toda tu vida entre Aranjuez y Madrid ¿cómo es tu vida en Málaga?

R: Echo de menos Aranjuez y Madrid, pero tampoco me ido a Rusia (risas). Me he ido a Málaga que es una ciudad increíble. Estoy muy contento allí: la gente me quiere mucho y me siento reconocido.

El día a día es casi como estar de vacaciones por el clima que hay. La verdad es que estoy muy contento, aunque es verdad que echo de menos a mi familia y mi pueblo.

El pasado 5 de abril el Unicaja de Málaga rompía una racha de 11 años sin conseguir un título alzándose con la EuroCup en una agónica victoria por 58-63 ante el Valencia Basket. Carlos Suárez, protagonista en la cancha de un último cuarto de leyenda, fue, como capitán, el encargado de levantar el trofeo.

Esta imagen pasará a la historia del deporte malacitano y también por, mérito propio, del de Aranjuez. Porque Carlos Suárez es ribereño y hace gala de ello. “Siempre hablo de Aranjuez y en Málaga ya todos lo conocen. De hecho, cuando ganamos la Eurocup, prometí hacer un Lopera* y mencionar a mi pueblo”, asegura durante la entrevista.

Dijo que mencionaría a su pueblo… y lo hizo. Desde el balcón del Ayuntamiento de Málaga y ante miles de aficionados enfervorecidos: “¡Estábamos en la UVI! ¡Nadie daba un duro por nosotros! ¡Somos campeones! ¡Viva Unicaja! ¡Viva Málaga! ¡Viva Andalucía! ¡Viva España! ¡Y viva Aranjuez!”

P: Con 13 abajo en el último cuarto fue una de las remontadas más espectaculares que se recuerdan en el baloncesto continental. ¿Cómo lo viviste dentro de la cancha?

R: Sinceramente estábamos muy mal por muchas circunstancias. La victoria fue épica. Cuando al acabar el partido hablé con jugadores europeos históricos que estaban allí, me dijeron que habían visto pocos partidos así. Quizás solo 3 partidos en la historia del baloncesto europeo han sido de este calibre.

Nadie pensaba que pudiéramos ganar y más teniendo a los dos pívots fuera del partido. Perdíamos de 13, jugábamos en cancha del rival y la gente (la afición del Valencia Basket) cantaba ”campeones”… Es lo que tiene el baloncesto, hasta que pita el árbitro no se termina el partido. Acabamos muy contentos y lo disfrutamos mucho más.

P: Aunque aún te quedan muchos años de carrera por delante, ¿tienes pensado a qué te querrías dedicar cuando acabe tu carrera deportiva?

R: No lo sé, es algo que estoy empezando a pensar. Me quedan 5 o 6 años de carrera y aunque aún es tiempo te hace plantearte qué quieres hacer al acabar tu carrera deportiva.

Me gustaría que fuera algo relacionado con el baloncesto y me gustaría vivir aquí en Aranjuez, pero aún no lo he sopesado seriamente.

 

Nacho Bosque